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Brasil ahora se mira al espejo

Tras la fiesta del Mundial 2014 y sin el esperado triunfo futbolístico, los brasileños afrontan una dura lucha política de cara a las elecciones presidenciales de octubre próximo. 

Publicado: 2014-07-17

Si algo se puede decir del Mundial de Brasil 2014 es que no hubo grandes contratiempos. La organización funcionó de manera aceptable y no se presentaron los trastornos de la víspera de la inauguración en los que las imágenes de huelgas y protestas en las calles hicieron prever lo peor. 

El Mundial fue una fiesta cosmopolita, una verdadera muestra de aprendizaje cultural, sociológico, político y, por supuesto, deportivo. Esa fiesta fue preparada por los brasileños, pero ellos no pudieron disfrutarla al final. La estrepitosa derrota de 7-1 a manos del luego campeón mundial Alemania, puso en evidencia lo que se mostró en los partidos que Brasil jugó con Chile y Colombia: un entusiasta joven equipo, pero carente de eficacia y, sobre todo, soporte emocional en los momentos de tensión, tan comunes en los deportes de alta competencia.

Tras el pitazo final del 7-1 no hubo ninguna tragedia, como el ‘Maracanazo’ de 1950, ni algo parecido. Los brasileños regresaron a sus actividades sin contratiempos, pues no sorprendió que el equipo cayera ante la poderosa Alemania. Lo que sí llamó la atención fue la manera como fueron masacrados en el campo de juego.

Y, como era de esperarse, acabada la fiesta llegó la resaca mundialista en la que los brasileños volvieron a estrellarse con la realidad. El principal afectado con la derrota de la selección fue el gobierno brasileño. El fervor deportivo del Mundial dejó de lado, por un tiempo, las demandas sociales que la población exigía al régimen de Dilma Rousseff, acusada de darle prioridad a los compromisos con la Fifa, dejando de lado la solución de problemas estructurales como la pobreza, el hambre, la violencia, la corrupción y la mala educación pública del país.

El gobierno de Dilma Rousseff se jugará una verdadera final el 5 de octubre durante las elecciones generales. La mandataria ha bajado en las encuestas de 48% a 41% tras el Mundial.

La oposición radicaliza sus críticas a Rousseff con nuevas acusaciones de corrupción, como la sobrevaluación del costo de las obras de los estadios mundialistas por ejemplo. Le sigue a la presidenta Aécio Neves, quien tiene un respaldo del 21%.

Los tres meses que restan de campaña política ya no tendrán ningún ingrediente mundialístico, sino ideológico. La oposición le saca en cara a Rousseff su política intervencionista a la que culpa del estancamiento económico que vive Brasil.

Un reciente análisis del Wall Street Journal indica que los esfuerzos de Brasil por aumentar el crecimiento a través de amplios préstamos, créditos al consumidor y dinero para los pobres en sus programas de Hambre Cero, han llegado a su fin.

El Mundial no dejó las cuentas como se esperaba, pese a los altos ingresos por turismo y consumo sobre todo en las ciudades que fueron sede de los juegos. No obstante, no hubo ganancias para labores de infraestructura en transportes. Por ahora, en Brasil el fútbol queda a un lado y cede su lugar al siempre tormentoso juego de la política.


Escrito por

Carlos Novoa

Periodista viajero e internacional. Profesor universitario. Estudiante de la Maestría de Ciencias Políticas en la PUCP.


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