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marina silva debe redefinir su futuro político tras su derrota en las urnas

Las lecciones de Brasil

Marina Silva no supo definir una postura ideológica y mostró debilidad ante los ataques de Dilma Rousseff y Aecio Neves, quienes competirán en segunda vuelta por la Presidencia brasileña. 

Publicado: 2014-10-06

El resultado de la primera vuelta electoral en Brasil deja varias lecturas: La primera que el brasileño es un elector conservador y prefiere la certidumbre de lo conocido al riesgo de lo desconocido. 

En segundo lugar en Brasil, a diferencia de lo que vimos ayer en las elecciones regionales y municipales en el Perú, los partidos políticos tiene un rol más protagónico, aun con sus defectos. Así, el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) supo remontar una desventaja que asomaba sombría para la actual presidenta Dilma Rousseff, quien busca la reelección y con ello no dejar el poder en el que el PT ya lleva doce años (ocho con Lula da Silva y cuatro con Dilma).

Al igual que hace cuatro años, cuando se encumbró como la candidata sorpresa, la ecologista evangélica Marina Silva, volvió a entusiasmar en la recta final de la campaña electoral, aunque esta vez se desnudaron todas sus virtudes y defectos como política, lo que le llevó a encontrar un techo de 20 millones de seguidores, caudal que no pudo ni supo incrementar.

Solo un capricho del destino, la muerte del candidato Eduardo Campos en un accidente de helicóptero, hizo que Marina Silva se convierta en candidata a la Presidencia de la República y, en un principio, tuvo una impresionante subida que la llevó a ubicarse en una situación de expectativa en las encuestas.

Pero una elección presidencial es una carrera de largo aliento en la que se debe mantener el paso y eso es algo que Marina Silva no pudo hacer. Como era previsible tras su ascenso, la maquinaria política del PT y del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Aecio Neves, salió a resquebrajar de todas las formas posibles a la ecologista.

Silva no supo defenderse bien y, además, evidenció su debilidad al no contar con cuadros políticos adecuados que la ayudaran primero a blindarse y luego a responder el cúmulo de ataques recibidos en apenas unos días.

Por el contrario, Silva evidenció contradicciones que le terminaron pasando una fuerte factura que la sacó de la segunda vuelta electoral del 26 de octubre.

Silva no captó más votos porque no definió una posición ideológica. A veces era de izquierda, a veces parecía de derecha. Como ambientalista, siempre se opuso al agronegocio, pero luego dijo que podían coexistir. Como evangelista, era contraria a la despenalización del aborto y la unión civil. Pero en el discurso político, intentaba acomodase a las circunstancias, afirmando que respetaba a todos.

Marina Silva no tiene un partido propio, debe crearlo y trabajar en él, pero a largo plazo, lo que no le garantiza que necesariamente gané alguna elección. En su actual aventura electoral, ella era una invitada del Partido Socialista Brasileño, cuyos militantes, tras la muerte de su líder natural Eduardo Campos, no encontraron puntos de coincidencia con Silva, precisamente por su indefinición ideológica.

Mas, en el tema económico Marina Silva asomaba como la esperanza de un giro hacia la derecha, pero la candidata nunca perfiló una identidad ideológica y, por el contrario, mostró una ambigüedad que se tornó irritante para el elector brasileño que castigó en las urnas.

Ya Dilma Rousseff dijo que habrá cambios en una segunda gestión. Cualquiera sea el ganador o ganadora en la segunda vuelta, lo insoslayable será caminar hacia los principales desafíos del país: Reducir la pobreza y desigualdad, dejar de lado la tradición aislacionaista de Brasil; jugar al pacto socialdemócrata encontrando un consenso entre los intereses del empresariado y las necesidades de los más pobres.

En ese contexto, Neves y Rousseff tienen la enorme tarea de convencer a su electorado de quién tiene las mejores cualidades de un líder con visión de país, con mensajes claros y contundentes que alejen el caudillismo todavía vigente en varios países de América Latina.

miradas opuestas. dilma rousseff y aecio neves. 

Neves es heredero político de Fernando Henrique Cardoso, presidente brasileño entre 1995 y el 2002, y que construyó un andamiaje económico que posibilitó el crecimiento económico del país hasta un 7% anual. La propuesta de Neves pasa por volver a las políticas y liberales que busquen la estabilización y la reactivación de las inversiones, un tanto dejadas de lado por el PT de Rousseff.


Escrito por

Carlos Novoa

Periodista viajero e internacional. Profesor universitario. Estudiante de la Maestría de Ciencias Políticas en la PUCP.


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