El odio de los islamistas a Occidente
Más preguntas que respuestas a propósito de la expansión del Estado Islámico y del Levante y el reciente ataque en Canadá
A propósito del ataque de un islamista en la sede del Parlamento canadiense que dejó un soldado muerto, en Occidente solemos preguntarnos qué les pasa en la cabeza a estos fundamentalistas del Estado Islámico que quieren desaparecernos a como dé lugar.
Lo primero que debe decirse del mundo islámico es que se trata de un concepto en el que la política está subordinada a la religión y que tiene distintas interpretaciones. A partir de allí, los conceptos de Estado y democracia no se hallan dentro de la valoración que se le da en esta parte del mundo.
En general, la mayoría de estados islámicos tienen un régimen autoritario, basado en el poder de una casta o clan dominante como vemos en Arabia Saudí, Qatar, etc.
Un régimen político, como explica el profesor de la Universidad de Harvard, Steve Levitsky, es un conjunto de reglas y procedimientos que determinan el acceso al poder político, como son la democracia, la monarquía o el régimen militar.
Y los pueblos del mundo árabe están sujetos en su mayoría a regímenes autoritarios en los que el poder económico derivado del petróleo está concentrado en grupos de poder reconocidos en determinadas castas.
El Medio Oriente se caracteriza por ser la región más autoritaria del mundo y ninguno de sus 19 países es democrático, a excepción de Israel.
El autoritarismo del Medio Oriente se estrella con la modernización que Occidente buscaba implementar a toda costa. Sin embargo, en la cultura musulmana, según Edward Said, el Islam no es compatible con la democracia liberal, pues el Islam no tolera la disidencia. Nadie puede alejarse de la palabra del Corán que se pregona en la mezquita.
El Islam está abierto a diversas interpretaciones que varían según las sociedades y las culturas, aunque no existe un común denominador entre los islámicos de Indonesia o Albania, con los del Medio Oriente.
Un estudio del Barómetro Árabe publicado hace dos años indicaba que la mayoría, el 80%, dice estar en favor de la democracia, pero el 56% manifestaba que los religiosos debían tener influencia. Y de ese porcentaje, el 50% estaba a favor de la sharia, la interpretación más conservadora del Islam que descansa en un régimen teocrático.
Es en este contexto que el Estado Islámico y del Levante, formado en territorios de Iraq y Siria en los que el estado perdió poder, alcanza su apogeo, no solo por dominar un extenso territorio, sino por su fortaleza económica y capacidad de autonomía política que lo hace convertirse en un régimen de terror para quienes se apartan de sus preceptos religiosos.
Un movimiento islamista radical siempre surge como oposición a algún tipo de imposición. Estados Unidos con su guerra en Iraq y el régimen autoritario de Assad en Siria, hicieron posible la radicalización de milicianos que intentan marcar la pauta y cambiar la geopolítica del Medio Oriente.
Samuel Huntington escribió en su “Choque de Civilizaciones” que Occidente conquistó el mundo, no por la superioridad de sus ideas, valores o religión, sino más bien por la superioridad de la aplicación de la violencia organizada. Los occidentales a menuda olvidan estos hechos, los no occidentales nunca.
Escrito por
Periodista viajero e internacional. Profesor universitario. Estudiante de la Maestría de Ciencias Políticas en la PUCP.