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México, el espejo de América Latina

Al presidente Enrique Peña Nieto solo le queda redoblar esfuerzos para recuperar la confianza dentro y fuera de su país tras la crisis política y social.

Publicado: 2014-12-05

Los niveles de violencia desatados en México, resumidos en la reciente matanza de 43 estudiantes en una zona rural del estado de Guerrero, no solo han provocado una gran ola de rechazo y protestas entre los mexicanos, sino en el resto de América Latina. 

Lo ocurrido en Ayotzinapa responde a un determinado contexto de crisis social y política en ese país, pero su trascendencia se ha expandido por toda la región porque los problemas de México son los mismos en casi toda América Latina: debilidad institucional, corrupción, falta de seguridad y civismo.

Para el caso mexicano, la idea de la democracia liberal funciona en las urnas y en establecer pautas para la elección de autoridades regionales. Pero en la práctica, lo que ha habido es un funcionamiento del presidencialismo multipartidario y los políticos no han cumplido con su obligación de hacer que las instituciones funcionen.

En los últimos años México tuvo logros económicos, pero fueron minimizados por la corrupción y los niveles de violencia que ha sufrido.

La matanza de estudiantes demuestra que en algunos estados, como Guerrero, el estado ha cedido paso al crimen organizado, derivado de la industria del narcotráfico que corrompe autoridades y a ciudadanos de toda clase social.

Apenas hace unos meses el presidente Enrique Peña Nieto era destacado en Estados Unidos como el Estadista del Año. Hoy, tras los sucesos de Ayotzinapa y algunas denuncias por corrupción, un sector de mexicanos le exige que renuncie a la Presidencia de la República.

Los problemas de violencia por el crimen organizado y corrupción política laceran la situación mexicana. Un dudoso contrato de 3,700 millones de dólares adjudicados a un consorcio chino para construir un tren de alta velocidad y la compra de una mansión valorizada en siete millones de dólares por parte de la primera dama Angélica Rivera.

La crisis política y social ha erosionado la credibilidad de los tres partidos políticos mexicanos más influyentes, que hoy en día se encuentran muy alejados de las demandas de la ciudadanía.

Primero el casi mítico Partido Revolucionario Institucional (PRI) que estuvo en el poder desde 1934 hasta el 2000 y desde el 2012 recuperó la Presidencia con Peña Nieto. El PRI es percibido como un partido que se acomoda a los intereses de una agenda que puede ser de izquierda o de derecha de acuerdo con la coyuntura.

Luego figura el derechista Partido de Avanzada Nacional (PAN), acusado de mostrar debilidad porque durante su gobierno (del 2000 al 2012) se inició la guerra antinarcotráfico que ha dejado más de 22,000 muertos solo desde el 2006.

Y el otro partido afectado claramente es el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), que gobierna hace diez años en el Estado de Guerrero, lugar donde se desata la cruenta guerra contra los narcotraficantes. El PRD ha sufrido una crisis de credibilidad al conocerse que el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María Pinera -vinculados a grupos de narcotraficantes- son los autores intelectuales de la matanza de estudiantes.

Al PRI con Enrique Peña Nieto en la Presidencia hasta el 2018, solo le queda redoblar esfuerzos para recuperar la confianza dentro y fuera de su país. México vive un escenario que puede reflejarse en otros países de la región, lo que pase allí siempre será un espejo para América Latina.


Escrito por

Carlos Novoa

Periodista viajero e internacional. Profesor universitario. Estudiante de la Maestría de Ciencias Políticas en la PUCP.


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