Las elecciones de mañana en Israel determinarán el comportamiento del nuevo gobierno respecto a las estancadas negociaciones con los palestinos, la preocupación por la carrera nuclear iraní y el problema de la desigualdad social debido al aumento del costo de vida que afectó directamente al bolsillo de los ciudadanos de a pie Israelíes. 

El primer ministro Benjamín Netanyahu, quien aspira a ser reelegido y cumplir su tercer gobierno consecutivo, ha tratado de enfocar el debate político y su discurso proselitista al tema de la seguridad de los israelíes y el peligro en el que se encontraría la población si es que él no es elegido.

Su principal rival es el laborista Isaac Herzog, quien ha logrado encarnar una candidatura que sintetiza todo el desgaste de Netanyahu en estos dos períodos de gobierno. Herzog se unió con la ex ministra Tzipi Livni y juntos encabezan la Unión Sionista, un movimiento de centroizquierda que se ofrece como la gran alternativa a la extrema derecha que representa el Likud de Netanyahu.

Las últimas encuestas realizadas el viernes en Israel indicaban que el laborismo obtendría 24 escaños, mientras que el Likud de Netanyahu, apenas 20 escaños. Dado que en Israel el régimen de gobierno es parlamentario, el primer ministro es el jefe de Gobierno. Si el Partido Laborista de Herzog gana mañana, tendrá unos días para intentar formar alianzas que en el Parlamento le den una mayoría de 61 escaños de los 120 totales que forman la Knesset (Congreso).

Es aquí donde tanto Netanyahu como Herzog deberán mostrar toda su muñeca política para alcanzar coaliciones fuertes que permita gobernar al ganador con soltura y sin contratiempos.

Netanyahu apuesta por no ceder posiciones ante los palestinos lo que significa mantener congeladas las negociaciones con ellos, además de continuar impulsando la construcción de asentamientos judíos en territorios palestinos, así como en Jerusalén Oriental, barrio predominantemente árabe. Para el líder del Likud, su principal preocupación es la amenaza nuclear iraní, país que negocia un acuerdo con Estados Unidos para disgusto de Netanyahu, quien debe buscar formar coalición con los partidos de ultraderecha que apuestan por lograr que Israel se convierta en un Estado Judío exclusivo.

Herzog podría darle un nuevo aire a la cuestión palestina con quienes se podría reasumir las conversaciones de paz. De ganar mañana, el laborista intentará formar coalición con los derechistas moderados, los partidos religiosos y los árabes-israelíes quienes representan al millón y medio de personas que forman parte de un total de seis millones de ciudadanos.

No obstante, lo que ha quedado claro según los sondeos es que los israelíes acudirán a las urnas pensando en los temas económicos: Los precios de las viviendas se han incrementado en un 30%. Un informe del corresponsal de El País de España en Jerusalén indica que el precio de un departamento de tamaño medio en Tel Aviv ronda los 650,000 euros, en Jerusalén 440,000 euros y en Haifa 330,000 euros, mientras el salario promedio es de 2,200 euros mensuales. Por si fuera poco, los precios de los alimentos aumentaron en un 25%, lo que en el 2011 motivó el inicio de protestas sociales.